La nueva comunidad
En un día de verano precisamente un 14 de enero del
corriente año, los formandos de la Orden de San Agustín llegábamos a lo que iba a ser nuestra nueva
comunidad de formación la parroquia San Martin de Tours. Como siempre Dios
llevándonos a donde él nos necesita ¿para qué? Eso lo descubriremos con el
tiempo. Caras nuevas, un lugar diferente con espiritualidades y devociones
diferentes, todo nos resultaba novedosos y ya estábamos contentos por el
cambio. Pero Dios nos tenía preparado algo más, si, la calidez de aquellas
nuevas personas que nos recibieron. Al principio cuando empezamos a participar
de las misas parroquiales nos encontrábamos tímidos frente a una comunidad
parroquial a la cual no pasamos por desapercibidos y nos brindaron su cercanía
su familiaridad y nos aceptaron como parte de esta gran familia que nos brindó
su afecto y acompañamiento en este proceso de formación que llevamos. Hoy
podemos decir que nos sentimos tan contentos como ellos de formar parte de esta
gran comunidad marcada por un profundo sentido de familia al ver como todos sus
miembros se conocen los unos a los otros y como están el uno para el otro… esto
nos deja la impresión de una comunidad muy madura y echa de valores en el que
pusieron por fundamento a Cristo, aquí se ven los vestigios de un edificio en
el que la piedra angular que NO desecharon los constructores es Cristo.
Esto me recuerda al relato de los hechos de los apóstoles
que dice:
La
primera comunidad cristiana
Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común:
vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.
Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón;
ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.
Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común:
vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.
Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón;
ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.
Me gustaría resaltar esta frase del texto bíblico, que
dice “Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el
pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón” esto es lo que vio también la nueva comunidad de hermanos Agustinos
al llegar a la parroquia San Martin de Tours, nos encontramos con una imagen de
la comunidad de los primeros tiempos del Cristianismo, una comunidad con valores
altruistas que la enaltece por encima de otras siendo fiel modelo de la buena
nueva que anuncio Jesús hombre en la tierra cuando nos mostró como viviríamos
en el reino de los cielos, como una “comunidad de hermanos con un solo corazón y una sola alma en
Dios”.
Familia de la Parroquia tomando gracia en la imagen de San
Martin de Tours en su festividad.
Así hoy los frailes y los
prenovicios de la comunidad de San Martin de Tours se muestran agradecidos y
dichosos de formar parte de esta gran Familia que desde un primer momento se
mostró muy cercana y nos brindó su afecto, que para nosotros es muy importante
y de gran valor. Con gran afecto y unión de alamas rezamos mutuamente por el
fortalecimiento y crecimiento espiritual y humano de esta hermosa comunidad.
Un fraternal abrazo
Gabriel Gomez, postulante

Había un montón de detalles por parte de mis amigos que me hacía más cautivadora su compañía: charlar y reír juntos, prestarnos atenciones unos a otros, leer en común libros de estilo ameno, bromear unos con otros dentro de los márgenes de la estima y respeto mutuos, discutir a veces, pero sin acritud, como cuando uno discute consigo mismo. Incluso esta misma diferencia de pareceres, que, por lo demás, era un fenómeno muy aislado, era la salsa con que aderezábamos muchos acuerdos. Instruirnos mutuamente en algún tema, sentir nostalgia de los ausentes, acogerlos con alegría a su vuelta: estos gestos y otras actitudes por el estilo, que proceden del corazón de los que se aman y se ven correspondidos, y que hallan suexpresión en la boca, lengua, ojos y otros mil ademanes de extrema simpatía, eran a modo de incentivos que iban fundiendo nuestras almas y de muchas se hacía una sola". (Conf. IV, 8, 13). Eso amaba en sus amigos. Sentía remordimiento de no amar a quien le amaba, y de si aquel amor no era correspondido. Amar y ser amado, en una palabra, mutuo amor, tal es la definición que da Agustín de la amistad. La medida de la verdadera amistad no hay que buscarla en un logro temporal, sino en el amor desinteresado, fundado en similares carácter, ideas, intereses y compromisos.
Dios creó el ser humano para que él o ella puedan existir y vivir, Y, si la persona humana no ha nacido para vivir en soledad, debe existir la amistad Quien intenta prohibir todo trato amistoso, debe caer en la cuenta de que rompe los lazos de todas las relaciones humanas. Fidelidad, confianza, veracidad y estabilidad son las cualidades sobresalientes de la amistad. Agustín, sin embargo, tenía por perecederas todas las cosas humanas, constatación que se le clavó profundamente a la muerte de uno de sus jóvenes amigos. La experiencia de haber perdido el amigo no le llevó a negar la amistad, pero sí a basarla en el amor de Dios, porque "no pierde a ningún ser querido aquel, y sólo aquel para quien todos son seres queridos en Aquel que nunca se pierde". Pero no sólo la muerte puede arrebatarnos un amigo; la debilidad e inestabilidad humanas pueden transformar la amistad en traición, vileza y hasta odio. Por consiguiente, Agustín busca el fundamento de la fidelidad y perseverancia entre amigos en Dios y en Cristo. Había llegado al convencimiento de que la definición ciceroniana de amistad "Amistad es un compromiso sobre todas las cosas divinas y humanas, acompañado de la benevolencia y amor" abarca también el campo de lo divino.
En la Europa Occidental, sobre todo en Inglaterra y Norte de Francia, las ideas de Agustín sobre la amistad tuvieron gran influencia en la vida religiosa cisterciense de Cluny en la Edad Media, especialmente en Pedro el Venerable, Bernado de Claraval, Elredo de Rieval y Pedro de Celle. Fue en el siglo XV cuando al parecer sobrevino el rehuir la amistad debido a la convicción de que la amistad quebrantaba la integridad de vida en la comunidad religiosa.
Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego.








